jueves, 4 de noviembre de 2010

Toco tu boca

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

Julio Cortázar (Rayuela)

Los verdaderos poetas

Los verdaderos poetas son de repente:
nacen y desnacen, dicen
misterio y son misterio, son niños
en crecimiento tenaz, entran
y salen intactos del abismo, ríen
con el descaro de los 15, saltan
desde el tablón del aire al roquerío
aciago del océano sin
miedo al miedo, los hechiza
el peligro.


Aman y fosforecen, apuestan
a ser, únicamente a ser, tienen mil ojos
y otras mil orejas, pero
las guardan en el cráneo musical, olfatean
lo invisible más allá del número, el
vaticinio va con ellos, son
lozanía y arden lozanía.


Al éxtasis
prefieren el sacrificio, dan sus vidas
por otras vidas, van al frente
cantando, a cada uno
de los frentes, al abismo
por ejemplo, al de la intemperie anarca,
al martirio incluso, a las tormentas
del amor, Rimbaud
los enciende:
«Elle est retrouvée
Quoi? L´Eternité »


Pero la Eternidad es esto mismo.


Gonzalo Rojas

Taller de Literatura y Música 2007/08


Las razones del viajero

Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir la propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.
Tiempo de habitaciones separadas.


Luis García Montero

Y un verso...


Y un verso, un verso
sólo
que justifique
solo
toda la existencia

Y una palabra,
una palabra
sola
que merezca
la vida,

la vida
entera.

Lo juro.

Tocata y fuga
en mi voz.



Aurelio González Ovies

Nunca os diré que sí...

No me digáis que no es posible.
Al menos, no me lo digáis.
Dejadme
como se deja al loco en su utopía.
Dejadme con mi obstinación irracional
a quien la lógica no sirve.
No me digáis que no.
No digáis nada.
Ya sé, ya sé que todo
puede ser explicado.
Lo sé, pero no importa.
Lo sé, pero es inútil.
Nunca os diré que sí.
Nunca.
Simplemente, me gusta
mi trasnochado corazón,
mi tozuda locura
simplemente.
Me gusta ser así.

Francisca Aguirre

Coronadme de Rosas

Coronadme de rosas,
coronadme en verdad
de rosas...
¡Rosas que se apaguen
en frente que se apaga
tan temprano!
Coronadme de rosas


y de hojas breves.
Y basta.


Fernando Pessoa

Contra todo prognóstico... ¡Nosotros!


Lugares comunes fueron nuestras habitaciones… que a pesar de no estar bajo el mismo techo…                     estaban en la misma casa…
Lugares comunes fue aquél veraneante accidental en la ciudad del viento…
…donde, perdidos en azul, el viento te peinaba con su aroma a sal…
Lugares comunes, fueron las miradas que cruzamos desde aquel autobús que sólo hablaba de aromas… París y tu, el mundo en mis manos… que poca cosa…
Lugares comunes… lágrimas de miel que te desnudan poco a poco, enjugando con pétalos de seda tus mejillas…
Lugares comunes fueron las cartas que nunca me llegaste a mandar, las mejores, gracias…
…las fotos que robamos de los álbumes de agua…
Lugares comunes fue aquella guitarra en la que ahorqué mis dedos por una puta nota más… Ché, ¡qué bueno que viniste!
Lugares comunes, fueron aquellos en los que coincidimos, fueron las personas a las que amamos, a las que odiamos, a las que olvidamos, lugares comunes, si queréis, fue una isla desierta,
                                              (y algunas flores crecen en las dunas)
Lugares comunes son aquellos momentos que merecieron la pena… porque, lugares comunes, somos nosotros.


Alberto

Cuando eso ocurre...


[Texto del inicio del taller "Somos nosotros... Seres de Luz... Ítacas compartidas]


Hay momentos en los que oímos el susurro de un batir de alas… Hay instantes en los que un rumor de hadas y tormentas nos inunda de poesía… Cuando eso ocurre ya no vivimos en el tiempo, es el tiempo quién nos vive…, somos tiempo…,
y nuestra vida se desgrana como los granos de un reloj de arena que en su caída libre van haciéndonos playa dispuesta a recibir el beso de su ola… Todo se transforma en una función delta: porque el amor que tiende en intensidad hacia el infinito en duración tiende a cero…                           
                                                                                        Pero es mentira…
Y al amparo de una Candela de luz vainilla y plata desplegamos, temblorosos, nuestras alas de colibrí y, sin casi creérnoslo, emprendemos un vuelo que se detiene en momentos únicos, sutil y perfecto, viéndonos ser lo que nunca habíamos imaginado y en realidad somos…
Fue –¡es!– una mañana de primavera, cuando gotas de lluvia llaman al cristal de la ventana… Y nos sorprendemos soñando mientras dibujamos unicornios azules sobre una servilleta de papel.
Ocurre que las palabras de algodón vuelan de un lado a otro y se sienta Quique González a mi lado y, de pronto, me sé un veraneante accidental en la ciudad del viento… Y Pablo Milanés me toma de la mano para enseñarme a vislumbrar el vacío que habita el breve espacio en el que tú no estás… –…todavía quedan restos de humedad…–…
Mientras mi mirada se encuentra con tu mirada, Pedro Salinas me hace pedirte perdón por ir buscándote tan torpemente, pero es que veo ese tú que no te ves, nadador por tu fondo preciosísimo
Y, aunque la mañana juega al escondite de sábanas blancas, de pronto siento que antes o después, todo irá bien, porque cada vez que me borran yo me vuelvo a dibujar
Dulce María Loynaz deja junto a mí su palabra en el aire, sin llaves, ni velos…, para que todos la vean, la palpen, la estrujen o la expriman
Es Benedetti el que me descubre que soy generoso de amores, imposible de cálculos, tierno de manos, inoxidable de corazón, aunque con Neruda sé que a veces… mi canción es desesperada
¡Qué bueno saberme vecino del paraíso!, mientras escucho a Norge decirme: búscame adentro… aquí, en éste silencio…
Cuando miro por el ventanal el viejo Walt Wihtman me lleva tras el cristal y veo sus hojas de hierba que en el Campillín de mi nostalgia me susurran… Largo tiempo has soñado sueños despreciables, mas ahora te quito la venda de los ojos, para que te acostumbres al resplandor de la luz y de cada uno de los instantes de tu vida. Largo tiempo has vadeado, asido de una tabla, cerca de la playa, ahora quiero que seas un nadador intrépido, que saltes en medio del mar, que te levantes, que me hagas señales, que grites, que agites el agua con tus cabellos
Y ya revolotea alrededor Eduardo Galeano –Peter Pan de los cachorros de nadie–  y en el aire dibuja un graffiti donde me dice que el mundo es eso: un mar de fueguitos; cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende
La tarde se aproxima y Fer me dirá entonces que cualquier tiempo pasado fue peor
Apareceré por ‘el Trópico’ que nuca cierra donde Gil de Biedma que compra pitillos sueltos me contará su amistad a lo largo; sabernos sarmentosos de historia acumuladaPara nosotros el dolor es tierno… ¡Ay el tiempo!    Ya todo se comprende
La ventana se convierte en un Cinema Paradiso y Totó espera 99 días sentado bajo el balcón… Ese primer beso con sabor a pan y chocolate y lágrimas…
Que bueno tener una Kamchatka para resistir cuando los hombres grises de Momo buscan tomar posesión de mi alma de azúcar requemada…
Y mientras voy al sitio de mí recreo leo en la sección de anuncios por palabra de tu mirada: busco mi unicornio azul que se me ha perdido ayer, firmado: Silvio Rodríguez…
Y un poquito a la derecha, hacia abajo: antes de ti yo no era yo, antes de mí tú no eras tú, firmado Jorge Drexler…
Y cuando llego, el surtidor de los sueños de mi escondite compartido se ha convertido en un Hamam que hace creerme en Estambul y mi brazo reposa sobre tu hombro…
La tarde luce estrellas como una noche de otoño de Hazim, sólo que es primavera: tus palabras, madre; tus palabras, amiga; tus palabras eran hombres
Parece que fuera ayer cuando supe de la existencia de mi hada ignoranteGracias a la vida que me ha dado tanto
Y porque sabemos el secreto de las lágrimas del sauce, jugamos el juego de la amistad, recordando aquélla mañana de domingo y de abril en que sabías que nos reencontraríamos… y nos encontramos desde siempre.
Entonces Aute me presta sus palabras para decirte como gasto papeles recordándote, como me haces hablar en el silencio
Porque ya ves, a veces me canso de ser hombre y también… e Ismael Serrano me hace un guiño de complicidad…
Y cuando creo que la magia se ha terminado, Alejadro Filio me susurra un secreto a voces –que tú ya sabes–… si me alejo un día, una tarde, una mañana, un junio… sólo es momentánea la partida

Cuando eso ocurre…
Cuando eso ocurre…
Cuando esto ocurre…
Somos eso: Seres de luz… Ítacas compartidas…

Eterno oleaje

Será primero una ola niña
sobre la ciega playa. Luego
una delgada espuma persistente,
más tarde
un redoblar de todo el horizonte
que avanza, que se empuja
para tomar contacto con la orilla.


En cada grueso oleaje, en cada arruga
del mar, en cada ojo
de espuma por la arena
de fuego, estará un hombre
por él y por su extensa
cadena de fantasmas. Por las sombras
que no tuvieron cuerpo;
por todos
los que anulados vagan
sin país, sin sepulcro.


Con la memoria
de los que fueron olvidados
volverán: "Ya llegamos
a la patria". Y jamás
será la patria. Siempre 
habrá otras olas, y anchos nudos,
gruesas crestar de mar. El hombre
irá pisando playas
de fuego, rocas
que hirieron otros pies,
algas que se enredaron a otras plantas.
Caminará por siempre
-a través de paisajes con recuerdos-,
el sol contra su espalda
y una arruga profunda
en la frente horadada por el viento.
"¿Era ésta mi patria?"
-preguntará de nuevo-.
Y pasará de largo,
como un extraño entre los ríos,
regresará a la orilla
de que partió -no la recuerda-
pidiendo paz para sus muertos.


Julia Uceda (De Sin mucha esperanza)

miércoles, 3 de noviembre de 2010

. . .

Relatos de un náufrago frente a las costas de la vida... Reflejos del alma en los acantilados del ser... Soledad asumida, soledades compartidas... Mar en calma... Mar de Ítaca... Islas recorridas a la búsqueda de la felicidad... Recuerdos de un río verde transparente... Unos ojos... Versos... Reflejos de agua... Silencios... Certeza de ser y sentir... El anochecer es un refugio de ternura... Azul fuego... El cielo arde... Caricia de lágrima en mi rostro... Enciendo un cigarrillo de nostalgia... El instante fugaz de una mirada... Soledad de arena... Es así como sucede el milagro... La luna sonríe y espera... Horizonte de puntos suspensivos.


Davide

domingo, 3 de octubre de 2010

Ver

-I-
Entenderlo todo: ver.
Eso es lo que haces al contemplar
el lento florecer
de la rosa. Mirar
lo que nadie más ve.



-II-

El reflejo ámbar
de un atardecer de julio
inundando mis ojos, perdiéndose en mis ojos,
¿es lo que hace de mí un hombre diferente?

No lo creo. Es mi forma de mirar
desde adentro las cosas lo que más me distingue,
lo mejor de mí mismo, lo más puro y sincero
que tengo como hombre.

Yo soy esa mirada.



-III-

Tú no eres el que eras.
El que eras
ya fuiste, y ahora
eres este otro.
Aunque pensar en uno te desvela
y recordar al otro duele un poco.

Porque se fueron los días, pasaron
como todo lo bello de la vida,
dejándote en la boca
un sabor indescriptible
de tanta despedida.

Ya no eres el que eras, pero a veces,
entre sepias, azules y recuerdos,
te reconoces en algún escrito.

Niño, muchacho y hombre,
entonces tiene un aire, un brillo,
un algo que perdura
a lo largo del tiempo…



-IV-

Era el mar un sueño infinito
de azul y verde
y yo sólo un muchacho
que soñaba palabras
e imaginaba caricias.

Entonces vi el destello
de una luz,
una sombra dorada
surgiendo entre las olas del inmenso nocturno.

Duró sólo un instante
aquella visión fugaz de la belleza.

Luego olvidé y pasaron los años…

¿Porqué vuelve aquel muchacho
soñador y silencioso a buscarme?



-V-

Se me quedó en los ojos, más adentro,
en mi forma de ver el mundo,
un atardecer de otoño
de ocres y ternura.

Finalizaba octubre.
Aproximadamente otoño.
Un sol nostálgico dejó una estela
de colores mágicos en el cielo.

En mis ojos,
llenos de ti, de luz y de belleza,
quedó el reflejo de una tarde eterna.


Davide