Andamos por calles que no conocemos,
donde el pavimento de los sueños se desvanece
como el color de las ventanas o el sonido de los pasos,
todo
desaparece con el tiempo...
Los niños que juegan en la calle
dejan su juventud imberbe y
cambian de bando,
cuando están lloviendo lágrimas de papel
con gente que pasa de largo, y no ven…
Mientras la iglesia del barrio cierra
a falta de domingos soleados.
Y en el cielo, las gaviotas vuelan en busca de otro hogar,
cerca, en un horizonte de puntos suspensivos…
Y yo, mientras tanto, me pierdo
entre el aire de tus palabras.
Pero…
Ahora, será el momento de llegar tarde a los sitios,
perderse por las calles que fueron nuestras.
Ahora es el momento de cumplir las palabras,
de beber mientras escribes:
Soñar que aún es todavía…
Leer ese autor que escribe poesía.
Es el instante de escapar hacia atrás,
al inicio… Porque el final no me interesa…Es tiempo de resistir, es el momento de saltar más que nadie,
besar, abrazarnos como nunca lo hicimos, fumar con un desconocido…
Porque ya es la hora de respirar el humo que no es nuestro,
es conocer el final del cuento de la pipa,
o saber que ‘Cualquier tiempo pasado fue peor’.
Es el instante de recordar a tus amigos, que con el tiempo se convirtieron en
tabaco y nostalgia…
Es el tren que murió en la vía… La vez que no te dije adiós en la estación de tus ojos…
Porque ya es hora de perderse,
quiero ser uno contigo,
ciudadano de muchos lugares al tiempo,
y aprender a volar sin el aire necesario…
Y, de repente, estoy viajando sin hoja de ruta…
Manuel Menchaca
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