Qué pasión, que melancolía
tocó el corazón humano
para conducir la mano
del sueño a la poesía...
(Silvio Rodríguez)
Envíame una señal envuelta en una lágrima verde
y súbeme a ese tren que arrancó hace tiempo
desde la estación del mar.
Échame de menos cuando el poeta no te permita
venir a verme
y llórame cuando las cenizas de mi desesperación
vaguen por el mundo como hojas caídas desde la
eternidad.
Empápate en la sangre de la rosa que mañana te
enviare
y niégame el beber del pozo de tu alma aún oscura.
Déjame creer en la pureza que te vió crecer y que
tanto añoras
y recuérdame cuando el sol ilumine de juventud
tu camino diario.
Regálame el perfume del azabache que corona tu
grandeza
y vísteme de jazmín tan sólo con tus brazos.
Ámame en tu silencio de confesionario vacío
y escríbeme.
Escríbeme a Marzo donde, desde hoy, viviré
eternamente.
Yasmina Álvarez
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