jueves, 18 de noviembre de 2010

Rosario de Letras - Leticia Villamil

Este texto apareció publicado en el primer número de la Revista "La Caja de Pandora", 1997, en su primera época impresa.



A Ana, a Laura y a Mary:
por supuesto.


La A de amar, de haberte amado tanto que perdí el tiempo en busca de una camisa para alguien que no eras tú.
La B de buscar, de seguir buscando una atalaya de verdad, quizá donde la brisa sea cálida y pueda otear el horizonte.
La C de caminar, de poder caminar pero no querer. Atrás dejé algo más que la ropa en el tendal.
La D de dar, de querer dar, incluso, lo que no tengo.
La E de emocionarse, de llegar a casa sin más equipaje que un buen puñado de emociones: algunas nuevas, otras que no lo son tanto, pero que sirven para encender el fuego.
La F de felicitar, de llamar para felicitarte porque te han subido el sueldo, porque has acabado la tesis o, simplemente, porque te has levantado otra mañana más.
La G de gracias, de agradecerte el que de nuevo no te hayas olvidado o las lágrimas que me has ayudado a liberar.
La H de todos los sin. Ojos se escribe sin h porque con ella no ven, y ojos que no ven, corazón que no siente, eso decías, pero también aseguraban que la distancia es el olvido.
La I de imagen, de tener en la retina guardadas unas cuantas imágenes de aquel viaje y de aquel café.
La J de jugar, de lograr hacer de la vida un juego, de recuperar las muñecas de antaño y soñarte princesa.
La K de kilómetro, de hacerte kilómetros con un billete de tercera para pasar un par de horas frente al mar en unos brazos que vuelves a hacer tuyos.
La L de lugar, de no tener un sitio donde quedarse durante la tempestad.
La LL de llamar, de utilizar desde un teléfono hasta señales de humo pero llamarte, siempre llamarte.
La M de magia, de estirar el dinero y sacar siempre algo de la chistera, como los magos de la tele.
La N de nunca, de nunca nadie o todos siempre.
La Ñ de, no sé de qué, pero de algo, seguro que de algo.
La O de olvidar, de haberme olvidado entre las sábanas que sigues malherida y que las cicatrices duelen y no se cierran.
La P de partir, de que alguien te haya partido el alma en mil un pedazos o que hayas partido hacia una promesa de júbilo eterno.
La Q de qué, qué importa la lluvia o el sol, ¿qué?, una lista sobre la puerta y una fecha sobre un folio, ¿qué?
La R de robar, de poder robar algo, no se necesita precisar qué.
La S de soñar, de soñar que todo va a cambiar, que esta vez n ovas a perder el tren y mi S propia de soñar despierta con vos.
La T de tomar. Yo tomaré un café, por favor.
La U de una, una vez yo amé, una vez él quiso, una vez tú pudiste.
La V de vino, de él vino y se fue antes de llegar el alba como los buenos amantes o puede que la copa de tu vino haya sido el mejor estímulo para prolongar este almuerzo hasta...
La W de whisky, de se acabó el whisky de tanto celebrar o lo que es peor de tanto llanto.
La X de x, de una x en el partido del sábado y también la batalla diaria contra el asfalto.
La Y de yema, la yema del huevo que dos noches atrás me hiciste para cenar o las de mis dedos que perdieron sus señas de identidad de tantas caricias.
Y la Z de zapato, de zapatero a tus zapatos saber que debes dar la vuelta porque el terreno es pantanoso o de las sandalias con las que corriste el sueño de una noche de primavera, o quizá fue de otoño; el sueño, digo.

Leticia Villamil

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